Nos pasamos la mañana en el autobús. Salimos a las ocho de Dunhuang y tardamos siete horas en llegar a Jiayuguan. Están haciendo una autopista, pero todavía hay muchos trozos en obras. De vez en cuando nos tenemos que desviar y la verdad es que el conductor lo hace muy bien. Durante todo el tiempo vamos viendo el desierto de Gobi y de vez en cuando aparece algún oasis. Estamos todavía en la Provincia de Ganzu.
Al llegar a Juayuguan vamos directos al restaurante a comer, está incluido en el viaje, y después visitamos el Fuerte de Jiayoguan que se encuentra en una llanura entre dos cordilleras. Se alzo en 1372 con tierra apisonada en el característico estilo almenado Ming y recibió el sobrenombre de inexpugnable desfiladero del cielo. Controlaba el único punto militar entre China y Asia Central. La frontera se hallaba un poco más al oeste, pero este era el último lugar civilizado, más allá era el territorio de los bárbaros, solo apto para militares y criminales desterrados.
Helen nos cuenta diversos detalles de la fortaleza. Tiene dos puertas, la del este por la que entramos, lado China y la del oeste, que es la que daba a los bárbaros y por eso era más fuerte, más alta. Ahora encontramos allí un montón de camellos, por si alguien quiere hacerse la foto de rigor turístico. En esta puerta, llamada también la puerta de los suspiros, grababan dolidas inscripciones los que abandonaban China. Vemos también un patio trampa que se usaba para atraer al enemigo y luego atacarlo por arriba. Tiene un teatro que se añadió en la era Quing y se empleaba para entretener a las tropas. En el fuerte también hay una piedra que si se golpea hace el sonido de los pájaros y Helen nos hace una demostración.
Bajamos rápido para ir a ver el trozo más occidental de la Gran Muralla (aunque creo que en Dunhuang hay otro trozo de muralla). Subimos la atalaya hasta arriba, yo cansada y jadeando, pero es un placer. Hace viento y no sudamos. Bajamos por otro lado y vemos diferentes estatuas entre las que se encuentra la de Marco Polo.
Helen nos quiere llevar a la estación y dejarnos allí hasta la hora de salida de nuestro tren, que es a las once y media. Ella tiene que salir en tren a las ocho de vuelta a Dunhuang. Hay una revuelta, la guía llora, suplica y el grupo es duro. Finalmente quedamos que el conductor nos llevará a dar una vuelta por la ciudad y luego nos devolverá a la estación y nos acompañara hasta el andén, mejor dicho hasta el vagón.
El conductor nos da una minúscula vuelta y nos deja en una plaza. Quedamos a las diez para volver a la estación. Cenamos en un restaurante y no sabemos lo que comemos, pero está bastante bueno. Luego nos compramos un helado y unas pastas en un supermercado.
Finalmente el conductor nos lleva a la estación de tren. Hay un pequeño jaleo en el ambiente, pero nos conduce hasta nuestro vagón. Le damos una pequeña propina y nos despedimos de él. El tren sale más o menos puntual a las once y media.